Después de unos años aquí
Después de unos años aquí,
decido emanciparme, romper todo,
devolver estas alas de ángel viejo,
masticar la ciudad como si fuera un trébol
y escupirla después sin importar adonde.
Después de unos años de amar
desde mi soledad al comedor de mis abuelos,
desde mi libertad al vano libro que no escribo,
decido palpitar fuera del pecho,
salir a navegar por mil balcones,
dejarme atravesar por esa lanza
que ya hace miles de años espera por mi sangre.
Y no hablo de morir, estoy contento,
feliz de mi lugar en la cadena,
sé que no puedo ser sino yo mismo y lo celebro,
sé que no puedo amar sino me cuido y me respeto,
más bien es esta edad de doctorado en lagrimones,
de máster en valor, de licenciado en la alegría,
de titulado en fin de humano simple y bien silvestre,
lo que me lleva a dar un paso afuera de la estirpe.
Soy el representante de mis huesos,
agente de finanzas de mis sueños,
notario y contador de mis tristezas,
abogado de mi fe, gerente de mi propia pena,
artesano también de algunos besos,
ministro de este mar de botellones,
artista gráfico y visual de mi desvelo,
chofer y pasajero de mi errática
mirada al hombre y sus parciales desatinos.
Después de unos años sin paz, descubro
que no es guerra lo que busco, descubro
que no es odio lo que mueve la mano del que asalta
y carga un arma y tira a quien quiera que se cruce,
descubro que es la paz la que libera,
que es la sola verdad de echarse en tierra,
en el césped si es posible y susurrando,
abriendo bien los ojos bajo el cielo,
mirando cómo pasan esas nubes,
esos pájaros sin nombre ni destino,
pero que también dan mi sombra por misterio,
descubro que es la piel nuestro horizonte,
que nada hay más allá de las palabras,
del beso que te doy, de nuestras manos
que se asen al caer las horas del regreso.
Descubro que no hay más, que nos iremos
sin más que regresar en cada hierba,
sin más que responder con cada eco
o con cada marejada en que las olas nos recuerden.
Después de algunos años, ya ves, comprendo
que todo estaba escrito, amar y sonreírnos,
seguir estos instintos, diariamente
manejar una rutina de gestiones
y a diario sucumbir como la mosca ante la araña
y a diario regresar como la luna que se pone mis camisas más doradas.
Comprendo que ser fiel es la heredad de los que aprenden,
que acaso las heridas son atajos para el que ama
y en todo se ha de dar sin restricciones a lo amado,
comprendo que al final ningún final va a detenernos,
pues todo ha de seguir cuando los pies ya no nos muevan
y en todo hemos de hallar aquella forma que nos una.
Después, verás, después de todo,
que yo he de estar aquí y tu a mi lado,
que habremos de reír de tantas cosas sin sentido,
de tanta seriedad cuandoera todo una aventura,
después nos llamarán, hoy no nos vemos,
vayamos solos, que después de algunos años
ya soy libre y capaz de averiguar conmigo mismo
y contigo lo demás, pues he perdido al fin el miedo.
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05 09 15