Antes de leer mi presentación, que forma parte de una seguidilla de “pecados capitales”, pido disculpas por este atrevimiento, pero es imprescindible que queden evidencias del significado que tienen esos vicios incorporados de alguna manera en nuestra interioridad.
LUJURIA
Deja que desgrane tu piel
el deseo mordaz que subleva mi tentación,
deja que sean mis sentimientos de lujuria y celo
los que alimentan mi sensación indomable,
frenética pasión de deseo.
Déjame corromper tus simientes,
tus estructuras, tus interiores.
Quiero inmortalizar las percepciones
de un mundo de ambición
por el sexo libidinoso que se desgrana
desde lo profundo de mi ser,
que sepa ese mundo que me laten
las entrañas con la extraña conmoción
de morder tus carnes
y succionar con lasciva desesperación
tus cálidos muslos, tus pechos,
tus ardientes sacudidas, tus inocentes genitales.
Soy un eterno seductor, llevo impresa
en mi frente mis locuras más ardientes
y en estas manos hechiceras llevo
un mapa para guiarme a tus honduras,
lacerando con mi boca todos tus impulsos,
paso a paso, en sublime frenesí.
Yo quiero entrar en ti, venerar tus pasiones,
la santa unción de la demencia
y saciar mi fogosidad, con ardiente
corrupción y con sublime inquietud.
La Luna marca mi camino, mi indescifrable
destino está impreso en su seño
de terrible hechicera, de majestuosa
corruptora, de sublime redentora
de la locura mordaz que alienta mi
espíritu y mis tormentos pervertidos
Afrodita, Anuket, Eros, Venus,
están en mí, son parte de mí,
para alimentar mi arrebato
y perpetuar mi perversión,
¡Qué sus magias seductoras
me envilezcan aún más!
CARLOS A. BADARACCO
25/01/11
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