En el frío lecho de concreto
donde reposas madre mía,
descansas y nos cuidas todavía
aùn teniendo el corazón quieto.
Te preocupas de los hijos que dejaste
porque las otras a tu lado permanecen,
en sueños muchas veces aparecen
tal cual que con ejemplo tú forjaste.
A tu lado...¡el viejo te acompaña!,
rodeado de los abuelos enojones,
extrañándolos por esos coscorrones,
dolorosos si, pero sin saña.
Usted el camino nos prepara
para siempre vivir en armonía,
sin embargo, esta lejos madre mía,
esa orilla que la vida nos separa.
Con mi hermano, recórdando nos reímos
de las vicisitudes en ese tiempo bello,
por ser el más grande era mi cabello
el pagador, de las maldades que hicimos.
Está lejano el día, ¡pero nos veremos!
y la llenaremos de besos por supuesto,
mientras aquí en la tierra... ¡enhiestos
y limpios, los apellidos mantenemos!
Aunque etéreo pero sincero
nuestro amor le envíamos,
para que el día que nos veamos
sea para siempre...¡eso espero!
Por: Alejandro O. de León Soto
Tijuana. BCN. MEXICO, Sept.6/15