Para mí nunca llega. Quiero siempre más. No me conformo con la idea que ya no tengo algunos derechos. La parte consciente de mi pensar, me dice: Acuérdate de tu edad: ¿Cuál? Si no la tengo pues no la siento, algo en mí no está bien. Quizá sean los otros que no saben dar la vuelta por encima. Sí me siento libre, sí nada me prohíbe mi salud, si subir a una escalera para limpiar la parte de arriba de los muebles, sí de rodillas ando fregando el suelo, aspiro la casa, limpio cristales, salgo por las noches e me acuesto a las cinco lo mínimo de la mañana, si me gusta bailar, si nunca me canso, ¿por qué no vivir en pleno? Si me admiran, si soy diferente, en mi postura, algo llama la atención por mi elegancia e porte, ¿por qué no vivir?
Quiero ser algo más que la tercera edad. Eso está seguro. Si aún soy e me siento mujer en toda la acepción de la palabra, por qué no disfrutar de momentos dulces y abrazados quedar dormida en brazos que me quieren y me dan lo que en su tiempo, no tuve, ¿no los acepto? Al revés, busco de mil maneras, no envejecer, no esconder la edad, pero hacer envidia a los más jóvenes.
Casi de todo en mi vida tuve. Más tristeza y dolor, que alegría, más sufrimiento que felicidad. Por lo tanto, resuelta e consciente, aprovecharé sin pensar que estoy gastando, (tenía la manía de ahorrar,) para los otros. Esos no me importan nada ahora, ya están en un escaparate, cerraditos. Por veces parece que Dios me acompaña y disfruta de mi fuerza en alcanzar lo inalcanzable.
Las nueve menos veinte de la noche. De verdad un poco cansada, he lavado todas las alfombras. Cocinado, cocina sin punta de grasa, ropa ya secando, todo en sus sitios. Pero… me voy a arreglar e salir.
El mañana es ahora, no sé si la tendré.
Oporto, 6 de Setiembre de 2015
Carminha Nieves