Aboca en mi ser tu alma, ¡te lo ruego!
¡De cuán desaforado regocijo me llena!
Solo de tu amor vivo en carpanta.
Concédeme ser sagrario de tu existencia.
En devoción a ti, cual vigoroso fuego,
empedernida en verte asumo la espera,
y a pesar de la esperanza que me levanta,
exasperándome está el tiempo y la distancia.
Otórgame entonces cada día por la eternidad,
pues éste idilio deseo habitar en prosperidad.