Madrecita, que tristeza
que no estés aquí conmigo…
¡si supieras la falta que me haces
en esta etapa desastrosa de mi vida¡
cuando no encuentro
a quien contarle las angustias
ni las penas que me invaden,
y se quedan atrapadas
sin salida.
Madrecita, como extraño tu presencia…
En esta soledad en que me encuentro,
Cuando voy como un vivo
Que anda muerto,
Cuando todo lo que miro son despojos
De un ayer que brillaba como el cielo
Y hoy es solo soledad y desespero.
Cuando siempre llegaba ante tu casa
y feliz me recibíais con tus consejos,
dejando divagar el pensamiento
recordando como criasteis a tus hijos
trabajando con amor y con esmero.
No lo sé, madrecita… pero pienso
que quizás tu noble corazón,
prefirió de este mundo alzar el vuelo
cuando el sino brutal y despiadado
me dejo como un paria
vagando en estos suelos,
convirtiendo mi vida en un desierto.
Hoy evoco tu recuerdo, madrecita…
¡ y me duele tanto que no estés¡
pero sé que si estuvieras hoy conmigo,
te hubiera doblegado el sufrimiento
al saber que mi alma se perdía,
en los negros abismos del infierno
a buscar esos fantasmas, que acabaron
con mi vida en un momento.