-¿Mamá, tú eres la chica de esa foto?
- Sí hija
-¿Y esa perrita?
-¡Era mi mascota!
-¡Qué linda!, ¿cómo se llamaba?, ¿por qué no está con nosotras?
-Es una historia larga de contar
-Cuéntala mami, cuéntala por favor
-Está bien, pon mucha atención:
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Yo era una adolescente de catorce años, igual que tú, era muy extrovertida y alegre compartiendo mis años juveniles con mis amigas y mi inseparable mascota llamada canina. Como su nombre lo indica, canina era una perrita muy dulce que recibí de regalo en uno de mis cumpleaños de manos de tu abuela.
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-Cierra los ojos mi niña, para que veas tu regalo, dijo mi mamá en aquella ocasión
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-Guau, guau, ladró la inocente perrita sin saber que la delataba
-Es un perrito, grité yo
-No, dijo mamá, no es un perrito
-No me engañes mamá, acabo de oír sus ladridos
-pues no, no es un perrito, es una perrita, dijo mamá
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Acto seguido abrí mis ojos y recibí en mis brazos por primera vez a mi perrita, la cual se convirtió desde aquel día en mi adorable mascota.
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Una vez finalizada la fiesta de su cumpleaños me fui a mi habitación a dormir y obviamente llevé conmigo a mi mascotita nueva.
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Me gusta tu mirada pícara, le dije medio sonreída
Debo colocarte un nombre, el mío es Elena Elina, así que debo pensar uno también para ti.
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Ah ya sé, te llamaré Canina, pues los perros son de la especie canina, y además rima con Elena Elina, ¿sabes? me fascina la poesía, disfruto de rimar versos, así que nuestros nombres son desde ya un poema con rima consonante, ja, ja, ja no te asustes que tú no tendrás necesidad de leer ni de escribir, con que me acompañes y ladres cuando quieras será suficiente para mi.
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Al día siguiente Canina entró a formar parte activa de mi vida, juntas andábamos por la casa, por el parque y hasta en muchas ocasiones cuando salíamos de paseo en familia, nunca faltaba la presencia de Canina que era la primera que subía al auto una vez que abría la puertas del auto.
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Una vez me enamoré, ¿hasta que no sabes? la primera que se enteró fue Canina y vaya que guardó el secreto. No se lo dijo a nadie ni siquiera a sus amigos caninos con los cuales se veía en el parque cuando yo la sacaba todas las tardes a tomar aire puro. Es más, he llegado a pensar que si Canina hubiese tenido el don de hablar, ella que de igual manera hubiese guardado el secreto de mi enamoramiento.
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Cuando yo andaba triste Canina entristecía y si estaba feliz, Canina igualmente compartía mi felicidad. Había entre nosotras una mágica complicidad que unía nuestras vidas en un solo sentimiento.
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Canina me sirvió de confidente en innumerables ocasiones y su carita de reflexión me brindaba la sensación de que me entendía, incluso de que me comprendía.
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Un día, de esos que nunca faltan cuando todo marcha bien, Canina se extravió. Al parecer alguien sin querer dejó abierta la puerta del frente y la perrita curiosa salió a la calle sin ánimos de escapar, ¡claro está! Pues ella estaba feliz conmigo, y nunca más se supo de ella.
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Lloré a mi perrita a más no poder, la llamaba hasta en sueños, y cada vez que veía un perro de su raza en la calle lo miraba detenidamente buscando en su mirada a mi entrañable Canina”.¡Canina, Canina!, repetía tristemente pero la actitud indiferente del animal me hacía pensar que estaba frente a un extraño.
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Siempre me tomé fotos junto a mi perrita las cuales me sirvieron de consuelo en esa ausencia dolorosa que estaba viviendo, pero había una foto en especial que mucho me agradaba porque me trae un hermoso recuerdo. Fue la vez que fui con su perrita al parque y al regresar encontré la casa cerrada pues mis padres habían salido de improviso y yo había salido sin llevar mis llaves, por lo que tuve que quedarme sentada frente a la puerta de entrada por varias horas hasta el regreso de mis padres los cuales al regresar y verme sentada con mi perra en la puerta de la casa tomaron una fotografía que dejó grabado el recuerdo de aquella experiencia. Mi perrita y yo en completo silencio esperando que abrieran la puerta para entrar a la casa.
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Esa foto la conservo desde entonces en la mesita de mi habitación, esa es la foto que estas mirando.
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-¿ Por qué lloras mamá?
Por la emoción hija, por la emoción. Canina, Canina, ¡anda hija! lleva a tu perrita al parque mientras termino de limpiar la casa.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela