Para ti, Luis Alberto
RAPSODIA
I
Cuando te veo sonreír
Ojitos de picardía
Veo a ese niño sureño
Curioso, interesado en el mundo y sus giros
Cuando te veo sonreír
Veo a ese niño inquieto, de jugarretas y mil aventuras
Ese niño que tengo en el corazón
Ese niño que demora en volver cuando su madre llama
¡Y cómo no demorar si estás felizmente embriagado
con los aromas de los bosques milenarios y los paisajes generosos como las lluvias de tu tierra!
Cuando te veo sonreír
Te conozco
Cuando te veo sonreír
Me regalas fragmentos de tu vida y no lo sabes
Entonces me visto con la túnica blanca
Para ser la rapsoda que recita y canta esos episodios
Los mejores, los de tu niñez recordada
Frente al mejor público que eres tú mismo
II
Cuando te veo sonreír
Ojitos de picardía
Veo esos chispeantes y locos retazos de tu juventud
Que se te escapan libres
Con esa libertad e imprudencia insolente
Que hace imposible que los alcances
Aunque corras a atraparlos un poco avergonzado
Y con algo de pudor porque se esparcirán tus secretos
Algunos ardientes
Algunos prohibidos
Y muchos más que algunos, robados
Corres y corres
Y se te escapan
Porque son más veloces que tú
Y no te queda otra cosa sino sonreír
Y una vez más
Cuando te veo sonreír
Veo a ese joven que tengo en el corazón
Cuando te veo sonreír
Te conozco
Y me siento afortunada
Porque me entregas fragmentos de tu vida y no lo sabes
Entonces me visto con la túnica blanca
Y nuevamente soy la rapsoda que recita y canta
Los mejores tramos de tu historia
Frente al mejor público que eres tú mismo
III
Cuando te veo sonreír
Ojitos de picardía
Veo a ese hombre apasionado
Que coquetea con la vida
Y que no ha dejado de jugar
Pese a la seriedad, gravedad y dolor
Con que vive a veces las vivencias cotidianas
Cuando te veo sonreír me alivio…
Y agradezco al cielo y a las estrellas
Porque esa sonrisa te hace transparente en ese momento
Frente a mis ojos
Cuando te veo sonreír
Veo a ese hombre que tengo en el corazón
Cuando te veo sonreír
Te conozco
Y me agito más y más
Y más
Cuando pones en mis manos
Fragmentos de tu vida y no lo sabes
Y me apresuro en vestirme por última vez con la túnica blanca
Para transformarme en la rapsoda que recita y canta
Los mejores y también peores intervalos de tu adultez
Frente al mejor y más exigente público que eres tú mismo
IV
Cuando te veo sonreír
Siento esperanzas, siento que sí serás capaz
Y los próximos versos lograrán
Lo que en una rapsodia no se logra con facilidad:
Unir los trozos, unir los fragmentos
Completar y armonizar la mejor canción ensamblada
Entonces la túnica blanca será tuya y me sentiré tan feliz y orgullosa
Santiago, en el balcón del piso 12, viernes 20 de febrero de 2015, de madrugada - 03:07 hrs.
Cecilia