Salto hacia ninguna parte
Salto hacia ninguna parte,
bebo de copas vacías,
leo libros aún no escritos,
hablo con paisajes en los que no hay nadie,
amo sin pedir amor a cambio,
reino en una tierra sin coronas,
paso por mi jaula sin abrirla,
me quedo en la humedad de una lágrima que nace,
me marcho en la bondad del viento agreste
que lleva mil papeles y reparte miles de hojas,
sin esperar jamás una propina por su acierto,
sin explicar jamás qué fue del gran futuro
ni regresar jamás donde un abrazo lo fundiera.
Guardo silencio, y el silencio es oro,
por eso brilla, para que lo encuentres,
por eso vale, para que en él crezcas,
por eso te hablo, para que sepas
que te entiendo plenamente y que te escucho.
No somos diferentes, no nos vemos
quizá por eso mismo, porque andamos
iguales unos y otros, habitantes
de un mundo que no tiene más sentido,
de un puzle en que las piezas se acabaron
y falta aún hallar el corazón del acertijo,
quizá no somos más que un solo cuerpo
que aparta en dos ciudades un buen sitio,
ya sea para amar, para comer manzanas
o para levantar una escalera hacia los astros.
Quizá no somos más que un solo espectro,
un hijo que murió cuando sus padres lo dejaron,
un niño que escapó de las mentiras con un sueño,
un solo talismán para nombrar las alegrías
y luego repartirlas cual si al fin fueran de todos.
Quién sabe algo mejor, yo no comprendo
de tanto que no sé ni el argumento,
ni menos el tamaño de las dudas,
ni menos la espesura del vacío,
sólo que aquí me doy a regalar lo que poseo,
que es todo lo que hallé cuando entendí que no era mío,
que yo tampoco iba a tener dueño en la tierra,
sino más bien lugar para sumarme a los que crecen,
sino más bien un pan con que nutrir mis esperanzas
y del que aquí te doy para que crezcas a mi lado.
Si no hay más novedad, dejo aquí el canto,
si hay algo más que hacer, búscame entonces
allá entre las estrellas, entre nieblas,
y no es que me vaya lejos, es que sueño,
y al cruzar cada charco siempre veo
cómo brillan esas perlas que atesoro.
Tu rostro creo ver, pero esa es cosa de otro cuento,
ya ves, yo pienso en ti, déjame pues que abra la puerta,
donde la veas sabes ya que todo está por sorprendernos
y en todo somos dos los navegantes que amanecen
y que aun sin mares se amarán, porque los puertos los esperan.
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09 09 15