Ha muerto el cielo.
Ahora se posa fúnebre sobre los techos,
las nubes están de gala,
se visten de luto y la lluvia firma el pavimento.
La gente ya no corre,
hace mucho que se le perdió el respeto a días como estos,
el tiempo devoro su gloria;
el tiempo siempre se devora las cosas, a las flores, y a la gente,
pero es imposible concebir un espacio sin tiempo.
En fin, solo me queda esperar
a que la lluvia envuelva sus mágicos telones,
y luego de estar lejos, la vida me sonría exhausta
para volver a mis simples labores.