¿Y que ha quedado hoy de mi niña?
De la sonrisa traviesa. de la niña risueña, la que no conocía maldad
Han marchitado niña tus horas alegres, por las horas largas llenas de soledad
Tu truncada inocencia por las manos horrendas de la desigualdad
Tus vestimentas sucias en la esquina del metro, presa y llena de miedo, ves la gente pasar
Con tu lenguaje mudo, te acercas y gritas, ¡tengo mucha hambre! y no hablas solo de pan
Se confunden tus gritos, al vaivén de la vida, con las horas que pasan sin sentir distinción
Tu carita preciosa, se confunde tus ojos con estrellas hermosas que cayeron al mar
Sin la vida piadosa que cobije tus pies, sin la vida amorosa que merece todo ser
¡Ay mi niña preciosa! Que darían mis manos por tener solo un poco y podértelo dar
Que darían mis labios por merecer un día, acariciar tu mejilla y tú lágrima besar
Yo daría mi vida por cobijar tu inocencia y de amor darte presencia hasta ya no poder más
Pero solo soy una triste vieja, que al igual que tu niña, en esta esquina del metro vi la vida pasar
Deambulando en las vías, confundida y vacía, estirando mis manos con mucha hambre y no solo de pan.
¡Ay mi niña preciosa!, que Dios te conceda tu libertad, que una mano piadosa llene tu alma y no hablo solo de pan
¡Ay mi niña preciosa! Que darían mis labios por merecer un día, acariciar tu mejilla y tú lagrima besar.
De noches de Amor y Melancolía.