Pretendo que la madrugada me mire
sin ojos mustios ni mohosos
que me mire con ojos acogedores
y acomode el cuerpo en su regazo
No temo a la oscurecida humedad
de la madrugada.
La humedad de la madrugada puede dejar hongos latentes
que silenciosos medran
en el jardín de mansa soledad que no sorportan
ausencias de chiribitas.
Quiero abrirle las pestañas a la madrugada
o hacer el intento
y vuele hacia mí el pájaro que encierra su pecho
yo sentiría entonces esa libertad
parecida al de las nubes
como cuando desenredan sus lluvias.
Que al despertar
derrame el sol su aceite virgen
y vírgenes resbalen sonrisas
para tatuar
a la oscurecida humedad
de la madrugada.