Entonces,
debo pensar que no quisiste despedirte…
Yo te dije adiós, te deje partir
sabía que tu partida era inminente…
Y ¿Tu? entonces… ¿Fue tu decisión no despedirte?
Siempre creí que las circunstancias
fueron las que no permitieron
que me dijeras adiós.
Ya mis ansias del ¿Por qué?
se han calmado un poco,
de alguna manera obtuve una respuesta:
No quisiste despedirte.
Esa es mi respuesta: tu voluntad.
No hay vuelta atrás.
No puedo reprochar tu decisión.
No estás. Partiste.
Y ahora… ¿Que hago con eso?
Nada. Solo aceptarlo.
Los por qué no tienen cabida
pero quizás sí los porque...
Porque sería difícil decirme adiós,
porque me dejarías sola,
porque no tenías fuerzas,
porque no lo aceptabas,
porque no concebías tu partida,
Porque no hay una forma correcta
de poner fin a un amor tan grande.
Porque el Adiós duele y lastima.
Porque quizás de haberlo dicho, hubiese
acabado contigo y conmigo.
Porque simplemente no quisiste.
Porque ¿Cómo se despide una madre de su hija?
¿Cómo le dice a su pequeña que ya no estará con ella?
¿Cómo explicarlo? ¿Cómo responder a sus preguntas?
No se me ocurre. Supongo que a ti tampoco.
Tan solo elegiste no despedirte.
No tengo reproches, ni pretendo entenderlo.
Respeto tu decisión.
Entonces, no esperaré más tu adiós, tu despedida.
Nuestra separación es parte de mi vida,
tú seguiste tu destino
y yo debo de continuar.
Llevaré tu recuerdo conmigo,
seguiré sintiendo tu amor.
Me quedo sin tu despedida,
pero con un adiós de parte mía.
P.d. Descansa, ya estoy tranquila.