Me levanté mirando el cielo azul,
como esperando que Dios aparezca,
pero fui sorprendido por el pum
de mi puerta con sus bisagras secas.
El hermoso viento, la intensa luz,
típicas de la mañana costeña,
por las ventanas que miran al sur,
diviso la lejana cordillera.
El Sibimbe, los parques y las chicas,
la pampa de los campos cosechados,
apenas amanece mi alma delira
de tanto colorido innumerado,
acelerado el corazón palpita
agradecido al poder disfrutarlo.