Sentir el recuerdo de una lágrima
que fría como un adiós
llegó a quedarse en mi boca,
y además,
el sabor amargo de un recuerdo
líquido en mis labios
mezclado con una copa de wisky
con hielo,
hacen refugiar
mi anhelo;
que oscuro como la sombra que me sigue
pegada a mis pensamientos,
se quedan tieso y helado con el frío
del día de muertos.
Obligado a seguir al frente
con ese algo que me impulsa,
con esos pensares refugiados en alcohol
entremezclados con recuerdos líquidos.
¿Cuándo?
¿Dónde?
¿Porqué?
¿Quién?...
No sé,
a estas alturas, no lo sé.
No sé cuándo todo cambió,
No sé dónde fue,
No sé porqué sucedió,
No sé quién lo inicio,
o quizá fue alguien como yo
frente al espejo:
un ingrato y desafortunado
que tras el wisky
escribía pesares,
anhelos,
recuerdos líquidos.
ANDRÉS SARELLANO MTZ
DERECHOS RESERVADOS