Hoy toco el tambor de retirada anunciando que mis fuerzas desgastadas no aguantan más las embestidas que me das con tus misiles de amarguras.
Golpéo este instrumento que retumba con un sonido austero ya que sólo dentro de mí alma se expanden las ondas que produce el confungido cuero.
Mi ejercito retiro, con orgullo y sin sentir vergüenza, sollozante por no haberte conquistado y cansado de esforzarme tratando de lograrlo.
Ahora que el tambor he tocado, ya con mi pelotón desfallecido, me alejo de las trincheras esperando que disfrutes el dolor que mi alma lleva.
PABEDIZ