Era una disertación y él no entendía,
cada letra, disfrazada, era un concepto,
si intervenía la pata allí metía
pues se exponía a mear fuera del tiesto.
Y llegó a comprender, corto era de luces
y quiso bajar de un golpe hasta el infierno,
un maldito escalón le hincó de bruces,
el susurro en el ambiente se hizo eterno.
¡Zoquete! retumbó allí. Fue de improviso.
Y el eco aún más cruel, dijo ¡zoquete!
y entre tanta ofuscación fingió, sumiso,
que se abría en su consciencia algún boquete.
Quiso escapar de allí como huye el viento
en la oscuridad de alguna noche fría
llorando el amargor del fin cruento
y comprobó que al fin la luz se hacía.
©donaciano bueno.