Decidí marcharme de ti esa tarde gris…no había motivos para quedarme capaz de aliviar los pesares de mi alma…no había nadie que siquiera escuchara mis quejas…buscaba aturdir mis sentidos y callar esas voces que nunca dejan libre mi mente con pensamientos atroces…
Debí marcharme hace tanto tiempo, marcharme hasta de mi misma para sentir ausentes los latidos que pronunciaban ese nombre, ése caudal de emociones que se empeñaban en lastimarme.
Mi rostro apagado, triste, sin ninguna ilusión que iluminara mis ojos…
Aún escucho esos gritos callados desde mis entrañas, el desgarro del alma, negándome siquiera a abrazar mi alma.
Me marcho de mi misma para descubrir en mi piel que sigo viva,
y fui fiel, y fui piel y ahora solo soy quien busca libertad entre lo desgarrador de un dolor infinito…y fui sangre, risa reprimida, espíritu insatisfecho…fui nada y mañana al fin, seré todo.
Agnesse*
D.R. México