Enseña la tarde sonrojada
su espalda de suave colorido,
el silencio se peina despacio
con siluetas aladas de mariposa.
Asomada al horizonte
tu recuerdo mojado de nubes,
siembra sobre mis ojos cerrados
frágiles amapolas de cuarzo.
En la inquieta noche de verano
danzan los fantasmas del recuerdo,
dejando hondas grietas apasibles
que reposan inertes en mi almohada.
Gélida ausencia sombría
ralo vestido del tiempo
ajado abrigo blanco,
lacerante eco del alma.
Un silencio atropellado
de sueños... de besos rotos,
humectan mis labios
cuando pronuncio tu nombre...
Miro las calles desiertas
las hojas de otoño dispersas,
por donde busco tu mirada
sin percatarme de nada.
Escucho el bullicio del pueblo,
unido al canto del campanario...
el peregrinar de sus moradores,
y bajo el bostezo del sol
camino cobijada por el alba...
Por el sendero sombrío
los ventanales vacíos,
iluminados apenas
me devuelven discretas,
un hito expresivo al partir...
Atalayax