Allí, cerca de un valle en que el sueño habita
rodeado de un paisaje placentero,
donde el río canta, el pájaro recita
poemas de amor. E incluso que el romero
perfuma con su olor. Y el agua es bendita
En ese tan lindo e idílico lugar
vivía una flor. Era una jovencita,
-se me atraganta el oxígeno al hablar-
la más hermosa mujer del mundo entero.
Era la gracia a rabiar, era el salero,
tan pizpireta y graciosa esa mocita
que aunque de ella yo aquí presumir no quiero
no encuentro palabras que el lenguaje admita,
protagonista la tengo en mi florero.
Esa historia en estos versos que hoy describo
no paran de engrandecer sus alabanzas,
prometo que he de mirarla mientras vivo
mas no pidan equilibre mis balanzas.
Que aunque ahora aún es tierna flor de abril,
la vista afilada, miro y me recreo,
su esbelta figura, sus ojos de marfil.
Tal así es que una alucinación yo creo
afectar pudiera a mi mente tan febril.
Yo aquí me confieso: trampas hacer quiero
al tiempo, en previsión de que quizás no esté
el día del que hablé e imaginar prefiero,
que sepas que el amor se siente y no se ve.
©donaciano bueno