Entre vuestros atentos brazos, cuál suave bailarina de vals flotaba, soñando...
Con las alas extendidas al viento por primera vez sentí libertad...
Y en la luz de los candiles, de los silencios brotaban navíos a un romance eterno,
Y ¡Qué feliz me vi! Que vuestro amor sutilmente por mi predicaban,
Inmensamente me amasteis sin miedo, quizás sabiendo que partiríais,
Valientes caballeros vuestras manos tendisteis cual seguros de saber el final,
Temblando pronunciando mi nombre una y otra vez.
Esquivos mirabais mis ojos, robando amablemente sonrisas, mi inocencia os llevasteis.
Que fuerza más cruel es ésta que me da y me quita una y otra vez, una y otra vez, sin regreso, sin saber si habrá algún día un final juntos.
¡Qué sabré yo! lo que es o será variando según vaivén de lo que hoy se vive.
Que al parecer y de momento, nadie ententenderá lo que me cuesta juntar piezas de mi vida, aun así, las vuelvo a coger, limpiándolas, con paciencia, amor y ternura, sin promesas que ya sé, que no sirve de nada en el futuro pensar.
Os Amo, os Amé y siempre os amaré.
Que de amor predicamos mucho, los que hemos dado y repartido y curado y regalado con la esperanza de no esperar un final, vivos o muertos que estáis ahí, en algún lugar.
Y quienes no comprendimos que son infinitos los momentos felices, disfrutemos, con delicadeza que bastan ganas para seguir amando la luz, el agua, la tierra, la VIDA.
No son quejas, ni reclamos, que sólo os echo de menos, nada más, que por vosotros aprendí a decir te amo cuando amé, a decir \"contigo\" cuando fue así, que si me equivoqué, lo pagué con creces. Que tuve miedo al destino que me habíais dejado, es cierto, que preferí la distancia para amar a los vivos creyendo protegerlos, lo pagué, sin embargo, quiero amar y que me amen, sin miedos, valientemente como lo hicisteis antes de partir. Pero no todos amarían a una persona rota, que aun está armando los pedazos que no encajaron bien.
El amor, el amar que caminos nos dará...
Y los vivos que me amen, ámenme, que os quiero amar también.