Pasa el tiempo y se me escapa
un reloj decapitado
dejando el paso gastado
en una historia sin tapa.
El tiempo me deja un mapa
de reflexión en la frente
y se asila negligente
donde un vendaval empieza
a pintarme en la cabeza
la juventud decadente.
El tiempo que me consume
me dibuja cicatrices
que viajan como raíces
por donde la piel presume.
El tiempo pasa y asume
detalles de mi energía
y aunque, a veces, todavía,
sueño con cierto erotismo
creo no sentir lo mismo
que hace unos años sentía.