Hay sol afuera
y hasta se rompen las piedras
con el resplandor
y la pasión de mi cuerpo
que se derrite
por el calor y el deseo.
Te añoro en las paredes
de mi cuarto,
que huelen a sábanas
mojadas de ti ,
de mí
de los dos,
en tantas noches
que nos amamos.
Hay huellas que prevalecen
y tienen días que crecen
y mis manos recorren el cuerpo
en plenilunio de amapolas
recordando cipreses.
Me acomodo al recuerdo
y me llenas de suspiros
cuando siento tanto
y en ti me inspiro.
Pero llega el desaliento
porque me encuentro sola.
¡Ay de las pasiones!
que te llevan...
te entregan...
y en el transitar
golpean la pérdida
hasta del sentido.
¡Pero qué importa si aún las vivo!