Quien amar no sabe,
solo encuentra desamores.
Cerrando las distancias
se me antoja el alma distante
entre los poros del dilatado espacio,
que se ocultan tras la bruma sublime.
Brotando una sonrisa
que no abandona la levedad de tu aliento
sembrado con la escarcha de la inocencia...
Tañendo sobre un suspiro dormido,
casi ausente,
de ese perfume que evoca
el aliento del olvido.
Otro encuentro entre las manos
en un soplo de silencio,
para disipar el deseo de desear lo deseado
que se escapa del corazón furtivo.
Latiendo entre golpes de ausencia,
para retener el inefable deseo,
posado en la ingravidez
del dulce aliento de tu pecho,
que se escapa de tu boca.
Con ese sabor del desvelo
que acuna los espacios vanos,
y aligera los límites indecisos
del universo de la esencia.
Y se insinúa, apenas mensurable,
en un espacio colmado de sentimientos,
que resiste la pulsación sin detenerse,
para perderse en cualquier parte.
Y se enardece en los reflejos del azar,
para diluirse en un sentir
de insonora pasión anudada.