Subiendo las escaleras, para ir hacia ti,
con pasos muy lentos y decididos.
Mi corazón late con pulsaciones serenas, normales.
Voy hacia el Ser,
que me hace aceptar mi sino.
Pasos lentos, para tener tiempo
de contemplarte más...
Nada voy a decirte esta vez Señor.
Ya estoy delante de ti.
Sabes a lo que vengo.
Tú conoces mi corazón.
Sé de tu amor hacia mí,
y Tú del mío.
Nada se escucha en esta iglesia.
Me extraña hoy no haya nadie.
Sólo Tú y yo.
Miro tus piadosos ojos.
Los ojos del amor.
Todos los que llegamos hasta aquí,
quedamos enamorados por tu mirada.
Te observo con devoción,
con amor... y con agradecimiento.
Rezo en silencio,
sin siquiera mover los labios.
Te estoy rezando con mi alma.
Interiormente ella canta tu Grandeza, Señor.
No dejo de contemplarte,
como nunca dejaré de amarte.
Vine a visitarte,
y lograr la paz que Tú me brindas.
Me acerco más hacia ti.
Tengo una necesidad,
y he de realizarla...
Me acerco hacia tus pies,
y los beso...
Oh, no sabes cuánta paz siento, Señor.
Te hablo en silencio.
Es mi alma la que te habla.
Tú conoces Señor, mi corazón.
Te dejo, hasta mi próxima visita.
Tú estás en mi casa.
Yo he venido a visitarte
a la tuya.
Me retiro lentamente,
así como he entrado,
con la diferencia
que mis ojos
están cubiertos de lágrimas...
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto- 16/09/2015)