(Homenaje a Calderón de la Barca)
“una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”
Un sueño teje colores
en murales de neuronas
inventando las personas
de otro mundo sin sensores.
A veces, llena espesores
de recuerdos, sin razón.
Y le frota la ilusión
a la mente que se excluye
cuando en silencio construye
una sombra, una ficción.
El sueño dura un instante
en que el latido supera
lo virtual de la quimera
en un pliegue alucinante.
Imaginamos gigante,
en ocasiones, al sueño
sin comprender que el diseño
de este suceso es tan breve
que el más normal es muy leve
y el mayor es bien pequeño.
El sueño que no se asila
en la dendrita durmiente
casi siempre está presente
donde la mente destila.
Con su presencia perfila
la geografía en el ceño
y cuando se vuelve empeño
llenando momentos raros
nos convence sin reparos
que toda la vida es sueño.
El sueño cuando transita
por espacios orbitales
le va llenando caudales
al cerebro que levita.
Pero el hecho decapita
la idea con su visión
porque en otra dimensión,
donde asoman las tensiones,
se obvian las ilusiones
y los sueños, sueños son.