El cóctel de tu voz ha salido y choca
con una ansiedad que atrapa cada letra
una angustia ya vetusta y se perpetra
en el agua que por años se me ha hecho en la boca.
No sé porqué a mi éste castigo me toca,
como aquella daga que en el corazón se inserta
pues cada vez que tus labios abren puerta
descontrolan la razón y al alma la vuelve loca.
Saboreo el divino trago y al sentir el desdeño
sumergen los ideales de un trago dulce y amargo;
dulce porque se imagina, mas, la realidad sin embargo
presenta la amargura de que solo es un sueño.
Que mal educo al latente porque le enseño
el insistir y perseverar en un camino tan largo
el cual lo pone a sufrir y lo sitúa en el letargo,
crisis de la que me culpo por mi testarudo empeño.
Difícil la condena que paso porque en mi rezo
no logro ser escuchado por aquel poder divino,
debe ser por lo aberrante de amor que pasa de cristalino
al sentir mi corazón que muere por darte un beso…
A.Maestre