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Desperté sudoroso y empapado,
y jadeando en extremo, vi la hora;
sentía en mi cuerpo, un calor copado,
al pecar impuro, en lo que en mí, aflora.
¡Solo por ella, el alma, sufre y llora!
Y el corazón espera, sea amado
¡Todo mi ser, sus caricias añora!
Y si la pierdo, moriría ajado.
¡Es una constante, en brazos tenerla!
Cumplir, sin pudor alguno, el deseo
y al soñarla a diario, en mis sueños verla.
¡Es, amarla, hasta el límite, soñando!
Y al desear, dentro de mí, absorberla,
cambiar fluidos, cuando la estoy amando.
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Soneto
14 versos endecasílacos