Te arrobé mis vejeces como quien se hunde
En la brea puntiaguda del sacrificio á deuxième foi,
A la sombra de las velas que aún no consiguen
Liberarse de su derretimiento finito, c’est fini.
Mientras vos, caña echada a la mentira flexible,
Con tus necesidades de aparecer otra figura del sombrero,
Repetis los nombres, como fichas de un dominó,
Intentando acorralarme en un anillo de sílabas
O en mi propio yelmo de huesos.
Se fue la segunda copla, partida al viento un alma,
Pas de chance, mon ami!
Rompemos nuestro absurdo de las pieles yuxtapuestas
Entre pretérito imperfecto y el futuro
Que se creía simple y bien vestido.
Se te quiebra la voz con tus juegos aciagos,
Con tu avinagrado dulce de guayaba frita.
Se deshace mi acercamiento con la líquida paciencia,
Con la yerba austera que dócilmente nos presté,
Con las arritmias de mi padre y sus ojos de niño temeroso.
Astralmente introyecto todos los péndulos:
Tus vacilaciones, tus malas escenas, mi sed contrera.
Así, me emancipo de los encantamientos,
Las duraciones, las durezas, los duraznos
Podridos en la boca, mutando el carozo
En otra agrísima almendra.
¡Ya no llevaré flechas a tu altar de granito, Eros enfermo!
Sabes por pérdidas anticipadas:
Mis bálsamos son de sangre y ausencia.