Y cada que el la veía, sentía que la verdad de la vida lo abrazaba.
Y cada que él escuchaba su voz, la paz llenaba su espíritu por qué sabía que no hay mejor música para cambiar su ánimo, que su voz.
Y cada que él la besaba, ella sentía que la vida se detenía en ese preciso y precioso momento donde los labios se juntaban.
Cundo él la abrazaba, ella sentía la seguridad de sentirse protegida entre sus brazos, él, sentía el cuerpo de ella contra el suyo y su corazón era el que se sentía protegido por ella.
Cuando se amaban, no había nada mas que el universo infinito que encontraban en los ojos del otro; no había más, habían nacido el uno para el otro.