Tanta gente buena que conocí,
tantas que dejaron huella en mí
y fueron en mi vida protagonistas.
¿Dónde está la gente que me visitó
y que en mi mundo tanto se metió
para no ser jamás simples turistas?
¿Dónde quedaron mis poemas de niño?
Mi primera noviecita, mi primer cariño,
esas cartas que tan enamorado escribía.
¿Adónde pudo llevarse veloz el viento,
el rostro de mujer que a mi pensamiento
llegaba apenas comenzaba un nuevo día?
¿En dónde está mi primer gran amigo?
Ni buscando en redes sociales consigo
saber si al menos aún existe, todavía vive.
De la puerta del olvido deben tener llave
y por eso creo que mucha gente ni sabe
lo que este servidor en ocasiones escribe.
Tantas fotos que hablan de un lejano ayer,
cosas que vi y muchas que no pude ver…
palabras que en mi mente aún tienen eco.
Tantos pecados que dentro de mí alojé,
momentos inolvidables en los que pequé,
unos que explican por qué todavía peco.
¿Dónde está todo eso? ¿Y mis sueños?
Tantos niños felices, inocentes, risueños,
que hoy ni felices, inocentes, ni niños son.
¿Adónde se fue aquella tristeza que sentía
al enterarme de que un cantante moría
y yo seguía cantando siempre su canción?
¿Dónde están mis padres y mi hermano?
¿Será que volveré a estrechar la mano
de alguno de ellos cuando me toque irme?
Sólo recordándolos los he podido seguir
y hay cosas que me quedaron por decir
y otras tantas que ellos olvidaron decirme.
Ya veo más cerca el final que mi comienzo
y sé que fue corto aun pareciendo inmenso
cada instante de vida que me tocó vivir…
Cuando mi último poema tal vez usted lea,
estaré en el cielo, el infierno o donde sea,
buscando motivos para volver a escribir.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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