Tú, que jugaste a la loto
y en un triste desvarío
lágrimas fueron al río
entre penas y alboroto;
que nunca quisiste ver
lo que saltaba a la vista,
que nunca fuiste un artista
en las cosas del querer.
¡Qué pena me das, qué pena!
que allí donde pone huerto
hayas plantado té incierto
en un desierto de arena.
Yo que hoy subo a tu regazo
y tú que vas maldiciendo
los dos seguimos comiendo
del mismo beso y abrazo;
que un día habrá de llegar
en que ni uno ni otro coma
yo no podré ir a la loma
y tú no podrás bajar.
¡Qué pena me das, qué pena!
que allí donde pone huerto
hayas plantado té incierto
en un desierto de arena.
Que entre gritos y lamentos
hemos pasado las horas
cita, ausencias y demoras,
duelos y resentimientos.
Y así, cuando me haya ido.
lo que fue lamentarás
y encontrar ya no podrás
el tiempo que hemos perdido.
¡Qué pena me das, qué pena!
que allí donde pone huerto
hayas plantado té incierto
en un desierto de arena.
©donaciano bueno