Cuando las emociones inundan los sentidos
las olas arrebatan el pensamiento al mar,
tan duro y tan difícil podrán compaginar
que ya el corazón y la razón quedan partidos.
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Los argumentos serán también apercibidos,
de dolor imbuidos y aún de miseria sufrirán;
incomprendidos, algunos, al aire volarán
y en pos de la obsesión finarán de muerte heridos.
Así es la lucha entre dios, los ángeles caídos,
el bien y el mal, aquello en que se cree, el qué dirán
y en esta disyuntiva las horas pasarán
y los dos habrán de denunciar ser perseguidos.
Mas no encontrarán un juez presto a dictar sentencia,
que admita la clemencia y absuelva a la razón;
ni habrá quien, libre de culpa, alivie al corazón,
y que a la una o el otro le imponga penitencia.
Cada uno habrá de elegir aquello que le toca,
si a la cordura atender o hacerlo al sentimiento,
mas diría que traiciono a la razón, si miento,
porque a mí, nunca, nadie, me tapará la boca.
©donaciano bueno