cuando el frío del necrópolis
abandone este mártir corazón
que humillado reprocha contra mí,
daré sentencia a ese perdón que
perdido y abceso supura en mi interior.
Cuando el acero de este amor muerto
se funda escamado y duerma el dolor,
quemaré consciente a la endiablada ira
y morderé delirante los caminos
que me tentaban a perder la razón.
Cuando la luz de mi alma lúcida
y atrevida palpite resucitada por
los albores del entusiasmo,
heroico yo heriré de muerte
al insolente egoísmo que me ha perturbado.
Cuando el frenesí de la tristeza
vuele al espacio fugado y mi alma
luzca brillantez en su propia oscuridad,
venderé el busto de mi cuerpo
a cualquiera que me brinde la felicidad.
Pero.. Mientras peregrine fundida
en desconsuelo esta puta ignorancia...
Mientras no me arrope delicada la madurez...
Lloraré en todas mis sonrisas y maldeciré
cada suspiro que no salga de mi ser.