Solo a ella se le traía
lo que a ella se le antojaba
un buen vaso de añejo vevía
sin ímportarle la marca que le gustaba.
Tendida en su cama
grandes gritos lanzaba
la sirvienta corría
para atender a su dama.
De lejos le visitaban
amigos y familiares
pero a ella le gustaba
que de lejos le mirarén.
No conforme con la visita
y no le ímportaba que se enojarén
pedía otro trago de añejo
pare que dormida se quedaré.
Su dama de compañía
se sentaba junto a la cama
los demás sirvientes en la cocina
atentos a los gritos que ella lanzara.
Corrían para allá, corrían para acá
sin saber lo que ella iba a pedir
para que no se les enojara
y no tengan que escuchar lo que les iba a decir.
Pasaron las horas
y todos nerviosos estaban
a que se despertara la señora
para ver que cocinaban.
Pollo a la alemana
o pollo al cognác
un buen pavo a la sevillána
o un rico pato a la parmesana.
Un grito se escucho
en toda la población
todo el pueblo asustado
por el gran suspiro que se sintío.
Tranquilos se quedaron
chicos, grandes y viejos
era la señora jefa que despertaba
para tomarse su vaso de vino, y de añejo.