De mi pluma descargo
la realidad inmisericorde
del peso de mi alma y sus penas.
Solo me corresponde describirlas
porque solo residen en mí.
y aunque a veces siento cobardía
al sentir una herida la enfrento
sin desistir.
Ante un desamor, aprieto el pecho
en el tiempo de soledad cautiva
y todo lo que me correspondía,
pedir amor a ruegos sordos,
amar como lo hago yo,
nada de eso penaría.
Ante la melancolía, desahogo en llanto
por no saber qué hacer,
por no entender que en la vida
sólo hay una oportunidad de ser feliz,
y cuando esa oportunidad se aleja
crece el miedo aberrante de retener
lo que amo y de amar las ausencias.
Ante las ausencias, cruzo mis brazos
para así revivir en un abrazo,
abrazo al aire sin descansar
y enternecido beso las siluetas.
Ante la soledad, cierro mis ojos,
me arrullo en amistades
y consuelo entre las estrellas,
tan sólo de pensar que no es mía
que es del mundo y su extrañeza.
Ante los recuerdos, abro mi mente
para no extrañar más de lo debido,
no sé si alguien a mi me extraña,
es incógnita inquina y eso me hace llorar.
Es por eso que mi pluma es como volcán,
es tibio amor, cirio encendido,
es miedo de amar, es vida en rutinas,
es amor desvalido, tiempo sin ganas de esperar,
locura envuelta en razón, es la noche,
es el día, caricia al cuerpo, es comunión,
es un corazón terco.