El cántaro de la noche
se vierte sobre tu piel.
Como un platinado broche
tu rostro es luna y clavel.
Ingreso al cuarto fragante
como una obrera a la flor.
Nectarina y deslumbrante
tu boca es cándido albor.
Sobre sábanas doradas
tu cuerpo es Arpa de Dios.
Como una garza rosada
eres nínfula precoz.
Lúbrica y resplandeciente
ansías que beba, al fin,
de tu cántaro naciente
cual brevas de tu jardín.
Y así, tan solo en tu frente,
dejo mi beso silente,
para luego, lentamente,
marcharme y verte llorar.