Suicidio, acto 1
Mi ser estará cansado, muy cansado,
anhelará el tacto fúnebre del descanso
y no existirá luz que brille lo suficiente
para que éste vuelva a abrir los ojos.
El cuerpo vacío se llenará
con pedazos pequeños de lo que fue,
intentará devorarse lo que pudo ser,
y morirá enfermo por un ¿por qué no lo hice?
O de hambre.
Y mi alma se suicidará,
cayendo suavemente desde mis pupilas,
exhalará lo que será su último aliento
y en su silencio dirá a gritos; perdón.
Que las lagrimas derramadas por mi pena
le den de beber en su camino
y mi último aliento le daré,
para que a donde quiera que vaya
pueda decir a todos que, al fin, es libre.