En este ámbito sembrado,
de frondosos álamos cuyas hojas reflejan,
de la tarde el último resplandor.
Muy despacio sin detenernos en silencio caminamos.
Nuestros pasos engalanamos,
al escuchar el armonioso canto de los grillos,
acompañado por el coro del Cu, Cu, de las palomas,
en su ramas anidadas.
A la distancia el crespúsculo se esconde,
dejando caer la desnuda oscuridad de la noche
sobre nuestras almas.
Alumbrando nuestro reposado andar
bajo el resplandor de las estrellas.
La marcha detengamos
el lucero de la tarde contemplemos,
que traspasando el horizonte,
con envidia nos mira.
Suspirando alborotos burbujeantes,
de ardiente imaginación.
Guiñando un ojo,
ese lucero vespertino, me anima a confesarte:
El amor delirante que entonando música del cielo,
mis sueños a tu alma enlaza.
Desgranando chispas de tentación.
Tus ojos brisas plenas de ternura despiden,
diluyendo ayeres nostálgicos.
Deshilachados suspiros, en mi conciencia despiertan,
el antojo de depositar
en tus labios de coral partido, todos los besos,
de este pecho adolorido,
que por ti sufre.
bambam