Te vistieron de conquista y de guerra,
y de la sangre que calla tu tierra,
de voces sin voz, enterradas en silencio,
y quinientos años de un pasado sombrío.
Hoy te quiero vestida de verde,
del azul profundo en el cielo,
y del blanco con el que “la nube
prende radiante su albura”.
Hoy te quiero vestida de grito,
pero no el de guerra y de sombra,
no el que produce temor y zozobra,
si no el del valor de todos tus hijos.
¡Que se levanten sin armas, sin puños!
y de paz siembren tu suelo fecundo,
que paran tus hijas e hijos de su vientre,
voluntades que no teman alzarse valientes.
Que retumben al unísono todas sus voces,
que invadan tus valles, montañas, caminos,
que con estrépito latir se escuche tu nombre,
¡tu nombre madre, tu nombre patria!
Hoy te quiero feliz, vestida de amor,
y de un corazón que perdona dolor,
¡bajo tus pies que yazca el pasado!,
¡y en tu mirada que ondee el futuro!
SALO.
A mi bella Guatemala inmortal, de la eterna primavera.