Te vislumbro … hijo azul del infinito,
te comparo, me detengo,
inicio de nuevo el recorrido,
agrupo soles cuando te pienso,
me sumerjo en ti … en el blanco de tus sueños.
Todo es tan tuyo,
enhebrado elixir de la brisa;
tan absurdo y elocuente
tan fugaz y permanente,
tan pecador, tan inocente;
todo tú …
sublime invocación de mi sonrisa.
¿Tienes conciencia que mi prisión está en tus ojos?
Ellos...
Predadores de mi lógica y razón,
halago cadencioso de mi karma.
Incautos, aprehensivos,
opresores de mi ayer y mi mañana.
¿Eres consciente que mi voz está en tu alma?
Si … lo sabes.
Solo resta confesar
que mi universo está en tu almohada,
que me entrego al poder de tus silencios
y mis manos siempre te buscan en mi cama.
Ellas …
Esclavas sometidas por el fuego de tus ansias.
¿Sabías que sin ti mis pasiones no son nada?
Si … lo sabes.
Y solo resta confesar
que paralelo a ti está mi cuerpo,
que muerde polvo por tus besos
y no recuerda las fronteras ni distancias.
No hay paredes que dividan mi suspiro y tu mirada.
Paralelo a ti un instante que se escapa de mi boca
y se encadena a la tibieza de tu espalda.
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