Amaneció el día y allí estabas,
la noche te trajo en una ola y te
deposito con dulzura en la arena mojada,
ahora duermes varada en la orilla esperando a
que el día te despierte,
a que el sol no te seque,
a que el aroma del mar impregnado en tus pétalos
se desprenda en el aire y llene de ese aroma los
pulmones del ser ansiado que a cruzar el mar te ha obligado.
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Flores de papel en la orilla encontré,
arrastradas por el mar desde el más allá,
mojadas, arrugadas,
en la arena varadas,
esperando a ser recogidas y con mimo en
un libro introducidas
al calor de un poema de Neruda.