Cuanta gente desfilaba, frente a la caja negra,
que ocupaba gran parte del recibo comedor,
de la gran casa de mi abuela, mientras ella
cocinaba un espeso chocolate en el fogón.
Todos miraban dentro de la caja, algunos
lloraban, y abrazaban a mi mamá.
Mas de una vez intentaba mirar,
pero fue imposible, no alcanzaba,
me conforme con pasar mis manitas
alrededor de la caja, era tan suave
el forro que acariciaba, mientras mis
dedos jugaban.
Todas las tardes por mucho tiempo,
sentadita frente a la puerta,
esperaba aquel que se fue
para no volver.
Ausencia presente, en un recuerdo
lleno de amor.
y la vida continua...