Palabras que nacen de lo profundo, esas son mis letras.
El resultado de mi mundo interior que siempre está en ebullición,
en búsqueda de lo esencial.
Saco mis letras del pozo de mis recuerdos, sean gratos o no. Del sentimiento intenso que producen.
Atrapo mis expresiones de los amores pasados, en esas ilusiones que se desvanecieron en el tiempo; que se evaporan convirtiéndose en lluvia suave y frágil de versos.
Cierro mis ojos y escucho las sensaciones que nacen de una melodía interna. Sonidos de cuerdas sublimes y sensibles hechas vibrar por la firme mano de la inspiración.
Mis pensamientos son aves en vuelo que surcan las pasiones prohibidas, dejando su traza en la tinta indeleble.
El dolor, la alegría, la pasión, los sueños y esperanzas se dan cita en el gran salón traslúcido de mi ánima; iluminado por miles candelabros de ilusión. Bailan, bailan muy lentamente el vals rítmico y acompasado llamado existencia, dejando sus rastros en el noble pergamino, en el frágil papel, convertidos en poesías.
Dulce musa que te haces presente con tu batuta mágica, interpretando el pentagrama extenso de mi ser. Diriges magistralmente la orquesta donde suenan mis sensaciones y fantasías, produciendo así una excelente melodía expresada en la escritura. Poséeme, hazme tuyo, tu fiel esclavo seré, pudiendo así encausar esta fuerza interior que siento dentro, fuerza que rompe las paredes sutiles de mi noble y cansado corazón amante.
Cuando la elegante y noble muerte me alcance, con su paso seguro y brazo fuerte, la abrazaré, la besaré. Moriré extendido, desnudo, en la playa solitaria de sus caricias, con las olas que me susurrarán al oído antiguas prosas de amor, de aventuras y me iré tranquilo a reunirme con mis muertos, con aquellos que partieron y nunca más volvieron, con el amor que quise y quiero.