Insolentes sombras de la duda,
espadas de un demonio loco,
espías de la cruz de un hombre
que sosiega sin latidos la razón...
Perturbados nombres sin formas,
odiosas resurrecciones de un moribundo,
ataduras de los pies sin formas
que acortan el trazado de vivir...
Delincuentes de un espíritu amargo,
sabandijas de la negra oscuridad,
poetas de mármol que tropiezan
en la tinta seca de su dibujar...
Una melodia que a la deriva
infama infectadas canciones !Marineros¡
que atraviesan mares de plata
bajo una luna de cristal...
Las auroras de iluminación fundidas,
!cumbres de dudosa cúspide¡
Ángeles que atraviesan marejadas
parando en cada puerto a desfallecer...
Perdidas sonrisas !miserias¡ ! temeridad¡
Forjas de acero que se tambalean,
flores marchitas que abrazan
la letargia de un condenado querer...
!Yo lo vi todo¡ ¡era primavera¡
Pero la razón se me moría
y ya cansado el hierro de mi corazón,
dormí y dormí por no ver su agonía...
Era un terminal entubado su saludo,
la sonrisa, escarcha de cristal en el andén,
ambos desenchufamos los cables del duelo
que como fuego, en este infierno nos nos hizo arder...