Me recuerdas un diente de león, que por no soltar sus cipselas, vuela con ellas.
Así caminas, como recargada en el aire que te apoya con esa paz que solo las nubes conocen. Me maravilla tu paso breve, tu andar tranquilo y silencioso pero a la vez firme y sin desvíos. Esa sonrisa casi forzada que aparece tal cual lluvia de estrellas: muy esporádica, pero inigualable. Me intriga el vaivén de tus manos... no sé si están solo balanceándose o piensan salir disparadas a algún lugar; la determinación con que se levantan pareciera que quisieran elevarse y tomar altura llevándote a rastras por el aire.
Me parece divertido el verte reír, y no es ninguna burla, pero es hasta graciosa tu risa; se contagia nomas de oírla. Creo que hasta tus excusas para no verme a veces, son encantadoras... de vez en cuando un tanto absurdas pero me gusta escucharlas.
¿Sabes? también me fascina ver tu cabello cuando no te peinas. Alborotado, rebelde, sin control alguno y aun mojado, tratando de aplacarlo con un listón o liga o únicamente con las manos pero al final cediendo a su propia voluntad y dejándolo conducirse como mejor le plazca. Un fuerte suspiro de repente brota de tus labios y haces una mueca en signo de conformidad, desconozco si por cansancio de un pesado día de trabajo, resignación por una situación socioeconómica conflictiva en el país... o porque tu cabello no desea comportarse.
Tomar tu mano es una de esas experiencias invaluables que ocurren como cada noche: muy esperada pero cada ocasión es tan especial. Estar cerca de ti, respirando el mismo aire, mirando el avellana de tus ojos, lograr ver mi reflejo en ellos, casi escuchando cada latido de tu pulso, sonreír al escuchar cada palabra que tu voz me regala y sentirme como aquel niño que duerme con un sueño y despierta con una ilusión.
No te he de mentir, claro que tengo miedo, me horroriza fallar una vez más, pero si cada piedra que te ha obstaculizado el camino la utilizas para hacer un puente, no habrá barranco que te detenga.
Como cada semana solo espero cruzar una palabra, una mirada o una sonrisa y llevarme a la memoria una imagen tuya, con tu vestido blanco y azul.