Un libro roto
formó un alboroto
de forma acalorada
pues las hojas que le faltaban
herían su ego propio.
El libro se acongoja
por la rotura de sus hojas
y no entiende las razones
de esas mutilaciones
que lo deshonran.
Un libro destrozado
es barco naufragado
a merced de las olas
por la mala hora
de un iletrado.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela