Los huesos deposito sobre mi cansancio
las lágrimas siguen el cauce del sollozo
aspiro el aire enviciado de infortunios
alimentan la congoja sobre mi pecho.
No deseo que me atrapen las sombras
mas, esa oscuridad mi voluntad ciega
no logro elevarme más allá de mi vista
borrosa y sin horizonte, no me elevan.
Hay una luz, no la veo, se que existe
llegará con un pañuelo en su mano
palabras de fe en sus tiernos labios
y una esperanza, esquiva, pero real.
Aparecerá tras ese rostro añorado
desde lejanas tierras sin cansancio
espero mientras rememoro alegrías
que será realidad borrando heridas
Sé que estoy en la ruta de su travesía
no me dejo morir aun sin fuerzas
se abrirá la puerta, brillará la sonrisa
la agonía ya ni siquiera será recuerdo.
Oscar A. Fernande Folguerá