Quiero cortarte girasoles
a las ocho
de la mañana.
Y encender una chimenea
cuando se nos apaguen
los sueños por los que vivimos.
Quiero que seas tú
el espíritu
la grandeza
el fuego de mi alma.
Porque yo no sé esconderme
de tu mirada,
cielo mío.
Me encantaría
poder salir al sol
y arroparte con mis brazos.
Y darte el amor que te mereces
cuando la Luna de Septiembre
nos acaricie.
Yo no sé comportarme
como todas las demás
lo hacen.
Ni siquiera
estoy segura de si me comporto
cuando estoy contigo.
Si tú supieras cómo te ama
mi corazón a las anchas,
quizás tomarías
este puñado
de letras inconfundibles
entre tus libros.
Me sentiría viva
si pudiera enloquecer esa mirada
que me quema por dentro
y desordena estos escritos.