Adolfo Flores Facundo

Luminoso

En la soledad, honda y clamorosa,

una luz brota de mi cuerpo,

una marea amarilla que se desploma

sobre esta casa que existe,

que sueña al borde del abismo.

La luz llega a todos tus rastros:

al cabello enredado en mi silencio,

a las heridas teñidas de púrpura

que tus ebrias manos dibujaron

en alguna parte de mi cuerpo.

Luminoso, cuando la ventana

se ve más abierta, cuando

el vaso se ve más vacío, cuando

tu cuerpo se ve más desnudo

más lejano de las heridas.